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En los primeros episodios estos síntomas generalmente se presentan sin motivo aparente y luego se agregan crisis asociadas a situaciones o lugares (por ejemplo, salir o quedarse solo, espacios encerrados o con mucha gente). Como consecuencia de lo anterior, es común que la persona se sienta preocupada por volver a tener una crisis y experimente una tendencia por evitar situaciones o lugares que se perciben asociadas al riesgo de nuevas crisis. Esta vivencia es en extremo desagradable y se acompaña de miedo intenso y un impulso irresistible a huir o buscar ayuda. Como consecuencia de las crisis se produce un estado de temor a que estas se repitan llamados ANSIEDAD ANTICIPADA. La mayor parte de las personas afectadas desarrolla conductas de evitación, a las que llamamos AGORAFOBIA y que tienen por fin no exponerse a situaciones que se asocian con un mayor riesgo de nuevas crisis de pánico.
Se estima que al menos un 3% de la población, alrededor de medio millón de personas en Chile, se verán afectadas por este problema en algún momento de sus vidas. El trastorno de pánico suele comenzar entre la segunda y la tercera década de la vida, aunque puede presentarse en personas de cualquier edad, incluso en niños. Es dos a tres veces más frecuente en mujeres que en hombres. El trastorno de pánico afecta con mayor frecuencia a personas que también padecen de enfermedades del ánimo como depresión o bipolaridad, y de otros trastornos por ansiedad, como ansiedad generalizada, ansiedad social y estrés post traumático.
Esta enfermedad comprende tres elementos principales:
Crisis de Pánico Recurrente:
Constituyen la principal manifestación del trastorno. Se caracterizan por ser episodios de angustia de intensidad extrema, inicialmente de comienzo brusco y sin motivo aparente, con intensos síntomas físicos, asociados a sensaciones de muerte, terror o descontrol. Con el curso de la enfermedad también se presentan crisis de intensidad limitada, del tipo que el paciente siente que "puedo controlar". Estas crisis leves tienen gran importancia en la evolución de la enfermedad, ya que suelen pasar desapercibidas, y de este modo favorecen la persistencia de síntomas residuales.
Ansiedad Anticipatoria:
Estado de preocupación casi permanente, por temor a que las crisis se repitan.
Aparece o aumenta su intensidad cuando debe enfrentarse una situación temida y puede llegar a ser el síntoma que más sufrimiento produce, ya que acompaña a la persona de un modo continuo
Conductas de Evitación (Agorafobia):
Se intenta evitar situaciones o lugares que se asocian con nuevos episodios, o bien, con la dificultad de huir o recibir ayuda oportuna en caso de una nueva crisis, Ejemplos comunes son evitar salir o viajar solo, espacios cerrados, muy concurridos o aislados, reuniones sociales, usar transporte público y cruzar túneles.
- Consumo de cocaína y marihuana
- Consumo excesivo de alcohol
- Síndrome de privación de alcohol
- Consumo de "pastillas para adelgazar"
- Consumo excesivo de cafeína (café y bebidas cola)
- Consumo de tabaco
- Enfermedades físicas de la tiroides, bajas bruscas de la presión arterial o la glicemia, asma bronquial y trastornos del ritmo cardíaco
- Ejercicio físico extenuante
- Trasnochar en exceso
- Situaciones de vida muy estresante
- Presencia de alguno de los factores de riesgo(punto 6), por ejemplo, disfunción tiroídea o tabaquismo
- Factores psicológicos que no hayan sido resueltos, por ejemplo, duelos no elaborados suficientemente
Es imprescindible informarse y conocer las características del trastorno de pánico, su evolución y tratamiento. Adquiriendo esta información y las herramientas necesarias para manejar el trastorno de pánico, mejorará su calidad de vida. (En la pregunta 10 y 11 nos referimos a estas medidas).
- Definir que los síntomas son una forma de angustia. En lugar de pensar "Está a punto de pasarme algo muy grave", decirse a sí mimo "Lo que tengo es una crisis de angustia".
- Entender que la experiencia de la crisis de pánico puede ser muy desagradable, pero no es peligrosa ni involucra riesgos vitales inmediatos.
- Recordar que la angustia es un fenómeno auto-limitado en el tiempo; tiene un principio y un fin predecibles.
- Reconocer que la duración de una crisis de pánico puede ser mayor o menor dependiendo de la actitud con que se enfrente. Las fantasías, temores y pensamientos catastróficos hacen que se agraven los síntomas.
- Comprender que al detener los pensamientos asociados al miedo, los síntomas de pánico comienzan a disminuir
- Intentar aceptar la crisis y esperar que pase, ya que así durará menos que al huir de ella.
- Aceptar que es legítimo ayudarse de fármacos apropiados, con el fin de acortar o prevenir una crisis.
- Informarse acerca del trastorno de pánico a través de profesionales especialistas y literatura específica.
- Aceptar que es una enfermedad, que consiste en crisis intensas de angustias, ansiedad anticipatoria y conductas de evitación.
- Reconocer que es una enfermedad que requiere tratamiento especializado y conductas de autocuidado.
- En una primera etapa del tratamiento, incentivar el compromiso y cumplimiento de las indicaciones médicas.
- En una etapa posterior del tratamiento, y en acuerdo con el terapeuta, estimular el enfrentamiento de los miedos y temores según el ritmo de cada persona, reforzando los avances aunque sean pequeños.
- Tener una conducta acogedora y serena, sin contagiarse con la urgencia de la situación.
- Entender que la persona está realmente asustada, pero señalarle que la crisis no es peligrosa ni involucra riesgo de vida.